II parte del cuento: "El paraíso".

 II parte del cuento: “El paraíso”.

Soy yo devuelta, Jano, Jano Botánico. El hombre del futuro, que vive junto al enano en el paraíso. 

Es cierto, no saben nada de mí desde mi tercer y último viaje al presente, en el que me enamoré y le pedí a mi amigo, el enano, que no me enviara nunca más allí. Seguramente se preguntarán qué es de mi vida, desde ese día en que también dejé de escribir en mi cuaderno. Les contaré un poco.

Aquí me encuentro, en el futuro, precisamente solo, sentado en un árbol, rodeado de lindas flores y bellos lagos.

Vuelvo a escribirles porque sentí muchas ganas de admitirles que mi memoria no para de recordar aquella hermosa mujer del presente que cautivó mi corazón. Es un registro mágico que me permite vencer el tiempo que hace que no la veo. Claro, porque es la decisión que yo mismo tomé.

Quisiera detenerme en ese momento en que la conocí y abrazarlo con todas mis fuerzas. Mujer de cuerpo pequeño; piel suave y tostada; con nariz recta y delicadamente formada; boca voluptuosa; sonríe, mostrando sus dientes sanos y fuertes, de luminosa blancura; pelo largo y fino, de color negro como tu mirada. Tu mirada profunda, ojos negros que me vuelven loco. Mujer, cada día que pasa me pregunto si puedes disfrazarte de mariposa, de esas que despliegan sus alas y vuelan en el paraíso, para sentirte más cerca. 

Escribo para viajar con la mente, para contarles a ustedes, que me leerán en un futuro, como son mis días mientras imagino los de ella. No se me ocurre una manera de olvidarla, es verdad que la vida continúa, pero el recuerdo no acaba. 

Mi querido enano me incentiva para que viaje a buscarla, aunque no estoy listo para verla, no sé qué decirle. Aún, nada se yo del amor. 

Pero se siguen sumando atardeceres y yo sigo pensando. Entonces, tengo que ir por vos, porque las horas me corren desde mi primera aventura.

Me armé de valor y viajé a tu mundo, no había cambiado, seguía siendo horrendo. Pero cuando llegué a tu casa, noté que, si había cambiado, tenía un aspecto abandonado. El pasto estaba crecido, como si no lo cortaran hace meses; las enredaderas también, hasta tapaban tus ventanas y no me permitían mirar hacia adentro. Observé también que ya no había flores cloradas en tus masetas de barro; que la madera de tu puerta estaba muy desgastada, casi podrida por su aspecto verdoso, pero igualmente decidí tocarla, aunque nadie me atendió. Presentía que algo estaba mal y comencé a preocuparme.

Tu vecina después de un largo rato, en el que yo estuve esperando a que me atendieras, salió por casualidad de su hogar y me vio. Me contó sobre tu partida.

La tristeza inundó mi alma. Seguía sin poder creerlo, me adentré en tu casa, desesperado, intentando encontrarte, pero no estabas. Sólo sigue ahí ese maldito espejo, todo roto, mientras que tus palabras frente a él resuenan en el tiempo. Te fuiste, mujer deseada, guardando un secreto. Tu muerte es un misterio que jamás entenderé, como me gustaría enviarte señales hacia el cielo y que pudieras responderme.

Salgo de tu casa cubierto de gotas en el rostro y comienzo a caminar sin rumbo, pasé por aquel bar, que mal recuerdo, y un sonido me atrapa. De pura casualidad, era una canción dedicada a vos, mi mujer mariposa,

"...Ay, mariposa de amor

Mi mariposa de amor

Nunca jamás junto a ti

Vuela amor

Vuela dolor..."

Esta parte fue la que quedó dando vueltas en mi cabeza. Sentí que al final eras vos la que me enviaba señales, y que tus alas estaban abrazando mi dolor. Se me hizo difícil volver sin tu compañía. Pero la máquina del tiempo me esperaba.

Llegué al paraíso de noche, el enano ya estaba durmiendo. Decidí acostarme boca arriba en el pasto y observar las estrellas, no paraban de brillar. Quizás tú, ahora, vas cambiando mariposas por estrellas.

Yo sé que tu mirada quedará anclada, mujer que desconoce mi amor. Hubiera deseado salvarte. Es verdad, Jony, el hombre del bar, tenía razón cuando me dijo en mi segundo viaje que tu mundo estaba lleno de injusticias.

Ahora eres tú la que viaja por el tiempo, y yo te seguiré buscando en cada estrella. 

                         


·         Cuento por: María Paz Torres.

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